En mis 8 años como formador en fotografía dental he tratado con cientos de odontólogos. He conectado a nivel personal con muchos de ellos y he conocido un aspecto de esta profesión que muy poca gente sabe: la odontología es una de las disciplinas más estresantes del mundo.

¿Por qué hay estrés en odontología?

El odontólogo es perfeccionista, juzga muy duramente su propio trabajo porque siente el peso de una gran responsabilidad. De hecho, al menos los que yo conozco, están formándose e invirtiendo de forma continua para ofrecer lo último, lo más avanzado, lo mejor.

El profesional de la odontología tiene que lidiar con el dolor de unos pacientes que no siempre muestran su cara más amable. Incluso es cada vez más común recibir denuncias que suponen un punto de estrés muy grande, en el ámbito económico y emocional.

A esto añadimos la presión de mantener una clínica que agrupa a otros profesionales como higienistas, auxiliares, recepcionistas…

Pero espera, aun hay más. ¿Te suena lo que viene a continuación?

La formación fotográfica como reductor del estrés en la odontología

El estrés que provoca la competencia en el sector dental

Sí, por si no era suficiente, en los últimos tiempos, se ha sumado la agresiva competencia de las franquicias low-cost. Están cambiando las reglas de un juego que, no olvidemos, tiene que ver con la salud.

En el panorama de la voraz competencia actual, muchos odontólogos ven cómo las herramientas de márketing les sobrepasan. Los pacientes se ven seducidos por ofertas que se anuncian de forma muy atractiva y que no siempre están respaldadas por un criterio médico. El paciente no es capaz de entender  todo lo que hay detrás de un simple empaste, desde los materiales hasta la capacidad técnica.

Sucede con las fotos de la hamburguesa en un fast-food, que aun sabiendo que se parecerá lo mismo a la real que un diente a un cuerno, siguen funcionando.

¡Puede llegar a ser frustrante!

Saber que tu trabajo es mejor que el de otra clínica y comprobar que al final, lo que convence al paciente son cosas que poco tienen que ver con la odontología. Haber hecho una inversión fuerte en el mejor equipamiento y tener que explicar hasta la saciedad lo que hay detrás de los precios gancho, de las ofertas fuera de lugar. Mil y una argucias que terminan agotando.

Ya no solo sirve ser bueno, ahora también hay que mostrarlo bien claro y por múltiples canales. La cartelería de la clínica, la web, las redes sociales… La imagen hoy día es clave, y sigo viendo muchos odontólogos cuyas fotos muestran una boca en la que se ve enfermedad, diseños de sonrisas que no hacen justicia al modelo o fotos que van y vuelven varias veces al laboratorio porque no hay manera de precisar un color VITA.

Mientras, las franquicias hacen soñar a los “clientes” potenciales con sonrisas casi imposibles.  Y claro, si encima parece más barato…

Todo esto que os pasa a los odontólogos es tan común que hasta le han puesto nombre:

El síndrome burnout del odontólogo

As algo así como el “estar quemado” de toda la vida. Produce cansancio y un desgaste emocional cuyo punto más bajo es la pérdida de interés hacia los pacientes y hacia la clínica por la desmotivación profesional. Puede llegar a extremos en los que afecta al ámbito de la vida personal, produciendo aislamiento, incluso agresividad.

Conozco de primera mano la inseguridad que estas situaciones generan en el odontólogo. Y también sé que encontrar una motivación o un reto nuevo, ayuda mucho.

¡Te animo a que reacciones!

Cuando atajas, al menos unos de tus problemas, sientes que tu camino cambia de rumbo a mejor. En el caso de la competencia, que es uno de los puntos de estrés más importantes, se pueden ver grandes cambios con poco esfuerzo.

Siempre digo en mis clases: “Ojalá fuera igual de fácil solucionar todos los puntos de estrés como mejorar la imagen”. De hecho, con unas pocas horas de entrenamiento se pueden adquirir conocimientos suficientes para controlar cualquier imagen que sale de nuestra clínica.

Conocer los secretos que hay detrás de esas fotos que venden ayuda de forma definitiva a reducir presión. Nos sentimos más seguros a la hora de competir y el paciente entiende mejor nuestra capacidad profesional. Sin duda, mejorar nuestra fotografía dental es una de esas decisiones que aportan aire fresco. Una forma de salir del terreno puramente médico que te hará sentir mejor.

Cuando enseñas una buena foto de tu caso clínico pareces mejor profesional. Nos guste o no, es así, una cuestión de imagen. Los odontólogos que dominan la fotografía se sienten más seguros de su trabajo frente al paciente y ven la imagen de la competencia con mejor criterio.

Es de esas cosas que cuestan poco y aportan mucho.

Es más difícil hacer una obturación en un diente que en una cámara de fotos, te lo aseguro.